El discurso del actual Gobierno ha demostrado estar muy lejos de la realidad. No solo no brinda soluciones para los problemas del ciudadano, sino que sus (malas) acciones agudizan la crisis. Populismo, promesas y ofrecimientos que no se cumplen son algunas de las características de este Gobierno de izquierda. Un ejemplo: el agro.

Desde la campaña anunciaron una segunda reforma agraria y luego de casi 11 meses de Gobierno es claro que fue un engaño a los hombres y mujeres del campo. Hoy, frente a una crisis alimentaria global, debido, en gran parte, a la escasez de fertilizantes, tenemos una oportunidad perdida. No solo no se hizo la tarea pendiente, sino que existe una absoluta incapacidad para generar soluciones como la compra de fertilizantes.

Según la FAO, son 15 millones los peruanos en riesgo. El precio y acceso a los alimentos será un problema por las limitaciones en la producción. Además, el débil crecimiento económico, la caída de la inversión y lo deprimido que está el mercado laboral en nuestro país aumentarían la pobreza, y con ello miles de familias estarían en una situación vulnerable.

Por un lado, el Gobierno le da la espalda al campo, a la pequeña agricultura. No se trabajó en su momento con los pequeños agricultores, tal como se había anunciado. No se mejoró la productividad del agro, no se articularon programas de asistencia técnica, no se mejoró el acceso al agua con obras de irrigación ni se amplió el uso de semillas mejoradas. Solo el 37% de la superficie agraria tiene acceso al riego, el resto usa fuentes alternativas, como la dependencia de la lluvia; y apenas el 45% de predios está titulado. No se ha avanzado nada.

Hoy, frente a la escasez de fertilizantes, acaban de declarar nula la (segunda) licitación realizada por Agrorural, ante las irregularidades advertidas por la Contraloría. Ahora se convocará un tercer proceso de licitación, lo que pone en riesgo la producción de varios cultivos. La campaña productiva se inicia en agosto y los productores de café, maíz y papa serán afectados. Con ello, subirán los precios y se afectarán los ingresos de dichas familias. Una clara muestra de la improvisación, falta de gestión e incapacidad de las autoridades de este Gobierno.

Por otro lado, si las cosas siguen como hasta ahora, con incertidumbre política y falta de confianza empresarial (que ahuyentan la inversión privada y la reinversión), parálisis de los proyectos de irrigación, crisis de gobernabilidad y normas poco claras que restan competitividad, el 2023 podría ser el fin del crecimiento de las agroexportaciones.

Este Gobierno será recordado no solo por el hambre y la pobreza, sino por ser enemigo del agro.

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